Mercedes Ortiz de Martínez
1ro agosto 2008

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“Dios da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas ...” Isaías 40:29

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Entre flores y montañas que se yerguen como altares,
se tejió el sueño de un hombre, quien dio luz a su cansancio.
Pues ... con su amada y semillas emprendió su largo viaje.
Dios dio alas a sus sueños y fortaleza a sus manos
con las que ricos manjares con sabor al suelo isleño,
sirven a los que deciden ir al Mesón de Melquiades.

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Con plátano, calabaza, apio y yautía, cosecha de su batey
Melquiades y su familia dieron sabor a sus frutos,
y con orgullo absoluto hoy el pueblo de Cayey,
le rinde sus atributos.

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Melquíades ... en las alturas, Melquíades … en la montaña,
Melquíades … el del fogón, que con leña hizo su nido y en la casita aledaña
un hijo, alzando la vista al cielo, creó su “Cielito Lindo”.

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¿Ya ves, Melquiades querido, que Dios premia al luchador
que con esfuerzo y tesón, logra sueños infinitos?

Y Dios te dice: “¡hijo mío, aquí tienes tu Mesón y con Mi amor ... lo bendigo!”.